Prólogo
La oscuridad invadió la ciudad a pesar de que recién había amanecido y no
había ni una sola nube, alrededor del sol el cielo se tornó de un
naranja que se iba apagando a medida que se alejaba de él hasta dejar el
cielo completamente negro. El viento corría despacio por entre los
arboles, las aves dejaron de cantar y se refugiaron en sus nidos. La luna finalmente
terminó por cubrir sol, interponiéndose en el camino entre éste y la
Tierra. Todo permaneció en penumbras durante casi diez minutos.
Cuenta la leyenda que cuando esto ocurre, cada doscientos años, Dios
elige entre millones de niños recién nacidos a uno al que le entregará un par
de alas y según el aura de su alma le asignará un puesto acorde para
desempeñar a partir de su cumpleaños número dieciocho.
En el
cielo estaban preparando los últimos detalles para el gran evento, el
Arcángel Gabriel era el encargado de cuidar las alas hasta que fuera el
momento de entregárselas al niño elegido, cuando en un descuido mientras
preparaba el papeleo estas cayeron en un recién nacido a quien ni
siquiera habian considerado. Ya no había vuelta atrás una vez que las
alas tocaran al niño. Fue entonces cuando a ese pequeño de ojos y
cabellos oscuros como la noche, ocuparía el único puesto que quedaría
libre años después, se convertiría en el angel de la muerte.
Esos
inocentes ojos aún no sabían lo que le esperaban años después, no se
daba cuenta que los sueños donde él tenía alas y volaba, de ángeles
descansando en el cielo, almas en paz dejando sus cuerpos, no eran tan
extraños después de todo. Años más tarde ya no le extrañaba tampoco ver
gente que nadie veía en la calle y luego desaparecía, como polvo en el
viento. Lo único que lo preocupó fueron las marcas que comenzaron a
aparecer en su espalda en forma de v invertida, que luego se
transformaron en dos grandes cicatrices que atravesaban toda su espalda.
Todo esto que experimentaba y todos los cambios que sufrió su cuerpo
repentinamente, provocaban que lo excluyeran de los grupos que
frecuentaba, hasta sus propios compañeros de clase lo rechazaban y se
burlaban de él y poco a poco solo era el chico solitario que no hablaba con nadie. Sin embargo ignoraba los motivos por los cuales le estaba
pasando todo eso, nunca asistía a bailes, las mujeres huían de él cuando
los besos se transformaban en algo más íntimo y lograban tocar sus
cicatrices. Se había aislado tanto del mundo que no tenía amigos y ya no
le importaba conseguir alguna chica, su tiempo lo ocupaba leyendo cual
libro encontraba en la biblioteca pública, ni siquiera había pensado qué
haría una vez que terminara el secundario.
Cuando dieron las
cero horas del trece de noviembre, el muchacho de ojos negros cumplió
los dieciocho años, sopló una vela que habia colocado sobre un muffin y
se dijo a sí mismo “Feliz cumpleaños”, segundos después el Arcángel
Gabriel apareció en su habitación. Al principio creyó que solo era un
sueño, se pellizcó varias veces hasta darse por vencido.
- Tendrás
muchas preguntas, me imagino – el muchacho solo asintió con la cabeza –
Yo tengo muchas respuestas, si haces las preguntas adecuadas tendrás
las respuestas que estuviste buscando desde siempre.
- ¿Quién sos?
- Soy el Arcángel Gabriel, me han enviado como tu instructor
- ¿Instructor de qué? ¿Qué soy?
-
Te lo explicaré claramente y sin rodeos. Desde que naciste fuiste
elegido por Dios, aún no sabemos si fue un accidente o Él te eligió
adrede, pero sos un angel – sus ojos quedaron en blanco, casi ni
pestañeaba.
- ¿Cómo que un angel? Yo no puedo ser un angel, mi
vida no fue nada angelical que digamos, he conocido gente que se
merecería esto más que yo.
- Nadie se merece esto más que vos. Por
eso Él te eligió a vos y a nadie más. – Se quedaron un rato en
silencio, aún no podía a hacerse a la idea.
- Bueno, si acaso todo esto fuera verdad… ¿Qué tendría que hacer?
-
Verás, en tu interior hay una fuerza, como un imán que te llevará a
ciertas personas que han cumplido con su ciclo en la vida y serás el
responsable de acompañar su alma hasta aquella luz brillante que van a
ver. Si no lo haces siempre van a haber otros seres interesados en
tomarla, por eso es imprescindible que estés atento y cumplas con tus
asignaciones. También es probable que esa especie de imán te lleve a
alguien a quien tengas que preparar para ese día, moribundos por
ejemplo, para ello te daremos un don, que es el de controlar las
emociones humanas para que los prepares mentalmente y así aceptar su
destino y también el poder de entrar en sus mentes, que sería por si el
primero no funciona bien, con este podrás recrearles los momentos más
felices y de esta manera poder irse en paz.
- O sea que sería como la parca…
- Podría decirse que sí, pero el cargo oficial sería el de Angel de la muerte.
- Bien ¿y no puedo decir que no?
- No, porque estás destinado a serlo, verás que naciste para esto cuando empieces a hacerlo.
- De acuerdo. ¿Tienen algo que ver estas horribles cicatrices que tengo en la espalda con todo este tema?
-
Son tus alas, no te preocupes, nadie puede verlas excepto otros
ángeles. A partir de este momento vas a poder verlas en un espejo
El
muchacho se quitó rápidamente la camisa que llevaba puesta, se paró
frente al espejo grande que tenía detrás de la puerta del ropero y
levantó la vista, unas enormes alas blancas ocupaban la mitad de la
habitación.
- Esto es genial. ¿Puedo volar?
- Hmm, no, son simbólicas, ellas mantienen tu inmortalidad
-
¿Inmortalidad? ¿Se te habia escapado ese pequeñísimo detalle? O sea que
estoy obligado a ser y a hacer todo esto por el resto de mi existencia…
- Como te dije antes, cuando empieces te darás cuenta de que naciste para esto.
- ¿Y cómo llegaste acá desde alla arriba?
- Puedo aparecerme, es algo que aprenderás con el tiempo.
Después de algunas preguntas y respuestas más, el arcángel se despidió.
Durante unos cuantos días estuvo practicando junto a Gabriel, controlando sus nuevos poderes y la manera más correcta de utilizarlos. Realmente había nacido para serlo, ya que a los pocos días de aquella primera aparición tuvo su primera asignación solo.
Pero todo cambio cuando tiempo después su mirada se cruzó con unos ojos café, nunca pensó, ni siquiera imaginó, que le cambiarían la existencia para siempre.
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